- Todos en algún momento hemos pagado por comer uno o varios tacos, pero sabemos ¿Cuál es su valor?. Un buen taco es más que solo dinero …
Los usos y costumbres dicen que el mexicano desayuna, come y cena; aunque algunos aumentan sus alimentos con el almuerzo y la merienda. Todo es cuestión de cómo se acostumbra al estómago. En Morelia, Michoacán cerca de las antiguas instalaciones de la Corona, en el cruce de Av. Madero y la Décima se encuentra el local de tacos de don Alex Contreras Hueramo, al que llegan familias enteras para echarse uno o varios tacos.
El espacio es muy conocido, su local es grande y se encuentra a unos cuantos metros de una famosa funeraria. Aquí se respiran las delicias de la barbacoa, además de escuchar la música del conjunto norteño, que se instala en la puerta para con su acordeón, guitarra y voces amenizar el encuentro con los alimentos. Cuando uno llega no puede hacer menos que asombrarse porque el número de comensales es por lo menos de un centenar. El orden es increíble y la velocidad y atención para los clientes es muy buena. No es suficiente la descripción y el valor que pudiera hacer sobre el sabor que el paladar disfruta cuando degusta la carne acompañada de tortillas calientitas, las salsas y por supuesto un gran jugo de zanahoria con naranja.

Aquí como muchos mexicanos se rinde culto a la “Morenita del Tepeyac”, la Virgen de Guadalupe, su altar está adornado de luces multicolores y junto a ella está San Martín Caballero, patrón de los negocios y que a decir de don Alex estas imágenes les cuidan, bendicen y protegen cada día.
A la hora del almuerzo, en este escenario, uno encuentra contextos de todo tipo y por ciertos muy típicos. El taco que se consume adquiere un valor diferente unos lo gozan al festejar su cumpleaños, otros lo agradecen han tenido que llorar algún muerto y levantar el ánimo un poco con el alimento. Es un espacio polifacético y en todo hay lugar. Para dar una idea de lo hogareño que resulta este inmueble es necesario observar que hay gente de todas las edades desde bebés en brazos, niños, adolescentes, jóvenes adultos y ancianos. Todos saborean la barbacoa que aquí se vende en tacos, tortas y consomé.

Alejandro Contreras Hueramo, es hermano de Martín Contreras, esta familia tiene una tradición que viene desde su bisabuelo don Fermín Contreras quien fuera originario de Tarimoro, Guanajuato.
Don José Contreras Hernández, abuelo de Alex y Martín enseñó la receta a su hijo Don Jesús, padre de Rafa, Alex y Martín. Don José, se dedicaba a la compra y venta de ganado y venía a caballo a las rancherías de Tacámbaro y Pedernales, pero la vida le traería a Morelia y decidiría entonces establecerse en la capital michoacana y vender la barbacoa.

Alex Contreras, cuenta que desde chico a él y a sus hermanos les nació el gusto por el comercio porque veían a su papa trabajarlo, “mi papá era Don Jesús Contreras Arrollo y nosotros también quisimos seguirle los pasos”. Cabe decir que la vida de los Contreras está llena de devoción, de agradecimiento y de unidad. Así lo explicó entre líneas y acciones Alex, que mientras almorzaba conmigo después de una jornada de trabajo tuvo a bien comerse unos taquitos y tomar también un jugo.
“A la edad de siete años yo ya sabía pelar un chivo, arreglarlo. No matarlo porque no tenía la fuerza, pero mi papá lo sacrificaba. Como desde los trece o catorce años ya iniciaba a vender los tacos”. Cosa de seguir a la familia, de ver y sentir que también el negocio era parte de sus raíces y valores.

Alex, se casó a finales de la década de los 80, desde entonces es que de manera independiente a su padre y hermanos puso su taquería, pero al lado de su señora esposa, Paulina Arreola Velázquez, (2018) a quién debe el gusto de ser padre y de quien aprendió a significar los valores que en su familia le inculcaron y que él también transmite a sus hijos, Aprendió el valor de un buen taco. Al parecer el éxito de esta taquería en mucho se debe además de la sazón a los acciones que se transmiten de generación en generación como el respeto, la solidaridad y la confianza.
El sabor de los taquitos de Don Alex es ya de tradición entre los colonos de esta parte de la ciudad, pues su primer puesto estuvo por 16 años en la calle, en una esquina de la colonia Nicolás Bravo y ahora tienen 14 años con su local.
“Más que nada yo soy católico. Soy mariano, me gusta el rosario diario a nuestra Santa Madre. Me gusta tenerla presente, porque gracias a Dios nos ha ido bien en el negocio y no hemos tenido ninguna dificultad. Ella nos protege. Bendito sea Dios. Siempre hay algo que agradecer”.

La verbena y la fiesta que se vive en la taquería de don Alex cada día, quizá sea una costumbre pues hay que decir que este personaje atiende en la fiesta patronal de la Colonia Obrera a los músicos de la banda, a quienes les da de cenar cada 1 de enero de cada año.
“Atender a la gente tan rápido como es posible es gracias a que el trabajo inicia a las cinco de la mañana. Con la familia preparamos salsas, verduras. La carne se está cociendo durante la noche, más o menos le tanteamos la flama al quemador para que cuando nos levantamos este calientita para sacarla, deshuesarla y ponerla en las ollas y las artesas y que al llegar este bien calientita la barbacoa”.
Hay que saber que para cocer el chivo y la res se cuecen en pedazos pequeños, se separa por piezas: “una costilla se parte por cuatro partes y se va acomodando, la espadilla, pierna para cuando la saquemos ya sabemos en qué lugares van, igual cuando las ponemos en la artesa las separamos para cuando llega el cliente y pide ya sabemos dónde está”. Es un arte que se borda desde el corazón del hogar y se comparte en los platillos. Hay que dominar la técnica, tener el mejor carácter y disposición además de sumar esfuerzos como si cada cliente fuera el primero y el último. El valor de un taco es más que su receta.

Don Alex, termina su venta cerca de las 12:00 horas, pero confiesa que al cerrar el changarro, en compañía de su familia llega a su casa: “Hay que destazar la carne. Empezamos a lavar lo que se ocupa. Preparamos el adobo para mañana. Ir al mercado a comprar verdura, chile. Regresar y poner las salsas”.
Su señora esposa a la que amó y con la que convivió por cerca de 30 años, hoy es honrada con el corazón, el cuidado de sus hijos y su imagen y que le acompaña en el negocio. “Ahora mis hijos me ayudan sábados y domingos, entre semana solo uno de ellos, los demás van a estudiar. Aquí somos todos familia, por parte de mi señora, pero somos familia.
“Este negocio sirve para unificarnos. Mi papá nos dejó esa unión familiar. Siempre nos enseñó a ayudarnos como hermanos. Él me decía: mira hijo si algún día tu hermano necesita de ti, si lo tienes ayúdalo, algún día puedes necesitar de él. Mi padre nos dejó esa unión y el cómo débenos de vernos como lo que somos: Hermanos”.
Toda la familia es muy unidad, parece que en gran parte se lo deben al trabajo colaborativo. Es muy bonito encontrar este tipo de negocios además del delicioso aroma y gusto del alimento. Aquí hay respeto. “Todos nos comunicamos con buenas palabras hacia nosotros mismos y hacia la clientela, pues gracias a ellos tenemos que comer. Además hay una buena coordinación para dar el buen servicio y la solidaridad entre nosotros”.

Un taquito cuesta nueve pesos. El kilo de barbacoa sale a 300 pesos, que incluye salsa, verduras y tortilla hechas a mano. También hay pedidos para eventos, que se apalabran con don Alex. Las bebidas son café, jugos naturales, aguas, refrescos y cervezas.
No se olvide al paso de ir con la familia a probar el sabor de un taco con Don Alex Contreras Hueramo.