Bernardo Ortiz de Montellano.
El hombre desde el claustro
materno va tomando forma, su
forma humana. Después, a
través de su vida, continuará
adaptándose a nuevas formas.
Pero no todos los hombres, ni
todos los pueblos, ni todas las
razas alcanzan el grado
máximo de desarrollo de las
formas. Algo amorfo, el fondo
en movimiento, permanece
invariable en la vida y en la
naturaleza cambiantes. Por
esto las formas no son
definitivamente estables y el
genio creador, en el artista,
busca nuevas o distintas
formas que en realidad no son
más que combinaciones nuevas
de formas ya existentes. Sólo el
genio crea, a veces, formas de
lo amorfo del alma humana.

El fondo de la sustancia de la
materia viva es amorfo. Es la
sustancia móvil, el plasma de
la amiba en donde hallamos ya

el núcleo que es la forma,
principio de la forma viva.
En la vida psíquica, lo amorfo
está en el juego, en el choque
constante de instintos y
pasiones que determina el
carácter y, más, el pensamiento
que son formas.
En el lenguaje la palabra es
forma de lo amorfo del
pensamiento. Es la poesía —el
arte— lo que da la forma de lo
amorfo de la palabra.
…Y por último, para cerrar el
ciclo, el sentimiento religioso
amorfo necesita alcanzar su
forma que es Dios —el Dios
Hombre— porque el hombre
no puede concebir forma
alguna ajena por completo a su
forma.

La cultura es un modo de dar
forma a lo amorfo, de hacer
respirable, comunicable y
existente el espíritu. Los
pueblos más cultos son
aquellos que han alcanzado
una forma propia y, con la
forma, poder. Las culturas, los
pueblos, declinan cuando han
alcanzado la más alta
superioridad en la forma y,
entonces, retornan a lo
amorfo, a la decadencia de su
existir.

México y los pueblos de
América todavía no crean su
forma y permanecen cerca de
lo amorfo, en cambio los
indígenas ya periclitaron su
forma, que lograron crear, y
viven nada más en el recuerdo
de la forma original y propia
de su desarrollo, de acuerdo
con su naturaleza y su evolución.

En los ensueños, ¿qué otra cosa
hacemos que crear formas de
lo amorfo del sueño? Muchas
veces absurdas, pero, de todos
modos, formas nuevas, formas
no establecidas todavía. Este es
quizá el origen de la
importancia que se ha dado
siempre a los sueños.

El arte es forma, pero cuando
el artista se desliga por
completo de lo amorfo —el
fondo de la vida— no crea
formas, sólo las combina
intelectualmente, imitándolas
de creaciones anteriores, en
forma de vida muy restringida.

La máquina es siempre una
forma que no vive por su
ausencia completa de lo
amorfo.

La forma perfecta funciona, no
vive, alejada de lo amorfo. La
hipocresía de las formas es una
forma de engaño para
preservar lo amorfo.
La vida es el reino de lo amorfo.
El arte, el reino de la forma nacida
siempre de la vida porque su misión es
la de crear formas a lo amorfo o,
por lo menos, adoptarle formas ya existentes.
La forma cambia; lo amorfo permanece.

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