El Taller Hernández Cano es una empresa artesanal de alfarería que trabaja desde 1996 con una técnica al negativo. Actualmente se ubican en Ziinapécuaro, Michoacán y cuentan con una sucursal en la tenencia de Capula, en Morelia. Dedicados a producir piezas prehispánicas que se adquieren en las tiendas museísticas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y a la creación de “alta artesanía”. La producción de estos trabajos de gran calidad se inicia bajo el proyecto “Alfar”, en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, (UMSNH), dirigido por la doctora Josefina Cendejas Guízar, actual secretaria de Fomento Económico de Morella.
Este modelo de intervención económico busca actualmente ser promovido desde la Secretaría de Fomento Económico de Morelia (SEFECO).

Guadalupe Hernández Cano, comentaría en entrevista para El Caleidoscopio que el Taller como ahora se conoce iniciaría hace 23 años con el proyecto “Alfar” y cómo hasta la fecha sigue rindiendo frutos al ser una economía solidaria y sustentable.
.- Hay que decir que su familia tiene una gran tradición es este rubro de la alfarería ¿Cuánto tiempo tienen trabajando las arcillas?
“El sello del Taller Hernández Cano, refiere el año de 1815, época en la que se ha registraron los trabajos de alfarería que producían nuestros antepasados”.

.- ¿Cómo es que se encuentran con el proyecto “Alfar” y de qué manera proceden para modificar su producción?
“Nos invitaron como una parte del proyecto, debíamos demostrar que podíamos pasar de ser un taller de alfarero de piezas utilitarias como platos y cazuelas a ser una microempresa”.
“Rodrigo Noriega Zarate fue el enlace que nos presentó con la Dra. Josefina, en el barrio de San Juan Ziinapécuaro, Michoacán. Después ella nos presentó a un equipo administrativo y de investigación de campo. Se iniciaron todas las labores para hacerlo posible. Cuando iba a culminar el desarrollo del proyecto nos toca demostrar los resultados como: la entrega de más cantidades de productos y con distintos diseños no utilitarios”.

“Yo tuve un cliente llamado Alonso Ponce de León, que me compraba mercancía hecha con técnicas rudimentarias. El proyecto “Alfar” contactó al taller de reproducciones del INAH, me propusieron que sacara cerámica al negativo, que era la que ellos necesitaban en sus tiendas museo para poder hacerme las compras por medio de contratos y registros. Efectivamente saque una propuesta y a raíz de eso nos dan permiso para meternos a Museo Regional del Estado y obtener fotografías, medidas y copiar colores de 4 piezas que hicimos en reproducción. Nos empezaron a hacer una serie de pedidos por año y esto demostró que el proyecto “Alfar” funcionó y en conjunto con ellos estuvimos vendiendo piezas en diferentes tiendas”.

.- Ahora que ya son un referente importante en la alfarería al negativo. ¿Hacen alguna actividad para preservar esta técnica y que se siga reproduciendo?
“A raíz de eso vimos el éxito y hemos enseñado ahora a otros talleres como Hernández Almanza, Solís Luna, Trejo Rodríguez porque a pesar de que en la primera generación somos tres hermanos, ahora con nuestros respetivos hijos no damos el ancho de la producción que se requiere”.
En Capula, tenencia de Morelia.

Bruno Hernández, es hijo de Salvador Hernández Cano cuenta con un local en Capula, desde noviembre del año pasado. “Mi papá me enseñó a hacer las piezas, después a pulir, a pintar y decorar. Cuando se dio cuenta que estaba listos dijo ahora si ya haz tus propios obras. Inicié desde niño como todo artesano. En la familia todos nos dedicamos a esta labor y afortunadamente seguimos viviendo de este trabajo. Es una economía que sustenta.
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